Este anuncio, para darle si verdadera dimensión debería ser continuación de un canto que nos pusiera en situación. Nuestra enhorabuena a Antonio Díaz Tortajada por lo acertado del tema. Insisto no sé si los demás lo han hecho. Si lo han hecho pues ... bien. Si no lo han hecho ... lo pueden hacer el domingo que viene aunque la verdad cuando tocaba era el fin de semana de la Epifanía.
Que nadie luego se enfade. Cuento lo que vi y escuché. Fui a Misa a Santa María del Mar y como allí se dijo, lo cuento. La gente puesta en pie, se dispuso a escuchar el anuncio solemne de las Fiestas móviles del calendario litúrgico para el 2010 y es que, muchas veces has de cambiar de parroquia para ver lo que hacen en las demás y coger lo bueno de las demás porque copiar lo bueno, no es malo, se lo aseguro. Lo que es malo, mejor negativo, es no innovar, estancarse, quedarse en lo fácil, en lo que se hace todos los días y no marcar los tiempos fuertes que nos presenta el año litúrgico. Insisto, nuestra enhorabuena, por todo ello, a D. Antonio.
Otro detalle, en el beso al Niño Jesús se repartieron la carta que Antonio Díaz Tortajada escribió a los Reyes Magos con ocasión de la Epifanía. Un detalle que la gente de Santa María del Mar, supo agradecer y que se lo llevó encantada a sus casas. Es una carta amena y profunda, redactada con criterio, que hace pensar y meditar y que de vez en cuando sería bueno que se leyese en casa. Para eso hay que conservarla y ponerla a buen recaudo. La Hermandad del Santísimo Cristo de los Afligidos, que celebra el 125 aniversario de la primera salida oficial de su titular y patrono del Cañamelar (1885), la imprimió y después la repartió en la Cabalgata del Cañamelar y entre los feligreses de Santa María del Mar. Lo bueno es que en esta ocasión se hicieron bastantes por lo que en la sacristía de Santa María del Mar se pueden pedir que aún queda un buen grupito de estas cartas que, por cierto, ni necesitan franqueo ni sellos. Solo basta pedirla en Santa María del Mar.

La Epifanía (por etimología del griego: επιφάνεια que significa: "manifestación; un fenómeno milagroso"). Para muchas culturas las epifanias corresponden a revelaciones o apariciones en donde los chamanes, médicos brujos u oráculos interpretaban visiones más allá de este mundo.
Es también una fiesta religiosa cristiana en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se "da a conocer".
El término Epifanía es utilizado, según Giacomo Cannobio, en los Setenta para traducir el concepto de "gloria de Dios" que indica las huellas de su paso o, más simplemente, su presencia. En el Nuevo Testamento, en las cartas paulinas tardías, se refiere a la entrada de Cristo en el mundo, presentada como la del emperador que viene a tomar posesión de su reino (latín: adventus, de ahí el tiempo de Adviento como preparación a la Navidad). A partir de este significado, el término se usó en Oriente para indicar la manifestación de Cristo en la carne y a continuación, a partir del siglo IX, para designar la fiesta de la revelación de Jesús al mundo pagano. Esta es la fiesta que se sigue celebrando el día 6 de enero.
En la narración de la Biblia Jesús se dio a conocer a diferentes personas y en diferentes momentos, pero el mundo cristiano celebra como epifanías tres eventos, a saber: La Epifanía ante los Reyes Magos (tal y como se relata en Mateo 2, 1-12) y que es celebrada el día 6 de enero de cada año. La Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán. Y la Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná en el que inicia su actuación pública.
En realidad la fiesta de epifanía que más se celebra es la que corresponde al día 6 de enero de cada año en la que los tres magos, según la tradición (en las traducciones de Biblias protestantes, y ya actualmente en las últimas traducciones de las biblias católicas, elaboradas en colaboración ecuménica e interconfesional, se menciona el adjetivo sabios) denominados: Gaspar, Melchor y Baltasar que aparecen del oriente para adorar la primera manifestación de Jesús como niño ofreciendo tres regalos simbólicos: oro, incienso y mirra. En realidad, la Biblia no habla del número de los magos, o sabios, ni tampoco de sus nombres. Ha sido la tradición posterior la que ha identificado su número y nombres.
Es también una fiesta religiosa cristiana en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se "da a conocer".
El término Epifanía es utilizado, según Giacomo Cannobio, en los Setenta para traducir el concepto de "gloria de Dios" que indica las huellas de su paso o, más simplemente, su presencia. En el Nuevo Testamento, en las cartas paulinas tardías, se refiere a la entrada de Cristo en el mundo, presentada como la del emperador que viene a tomar posesión de su reino (latín: adventus, de ahí el tiempo de Adviento como preparación a la Navidad). A partir de este significado, el término se usó en Oriente para indicar la manifestación de Cristo en la carne y a continuación, a partir del siglo IX, para designar la fiesta de la revelación de Jesús al mundo pagano. Esta es la fiesta que se sigue celebrando el día 6 de enero.
En la narración de la Biblia Jesús se dio a conocer a diferentes personas y en diferentes momentos, pero el mundo cristiano celebra como epifanías tres eventos, a saber: La Epifanía ante los Reyes Magos (tal y como se relata en Mateo 2, 1-12) y que es celebrada el día 6 de enero de cada año. La Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán. Y la Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná en el que inicia su actuación pública.
En realidad la fiesta de epifanía que más se celebra es la que corresponde al día 6 de enero de cada año en la que los tres magos, según la tradición (en las traducciones de Biblias protestantes, y ya actualmente en las últimas traducciones de las biblias católicas, elaboradas en colaboración ecuménica e interconfesional, se menciona el adjetivo sabios) denominados: Gaspar, Melchor y Baltasar que aparecen del oriente para adorar la primera manifestación de Jesús como niño ofreciendo tres regalos simbólicos: oro, incienso y mirra. En realidad, la Biblia no habla del número de los magos, o sabios, ni tampoco de sus nombres. Ha sido la tradición posterior la que ha identificado su número y nombres.
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