RELATOS DESDE EL CAÑAMELAR, por José Ángel Crespo Flor
En Octubre, conozcamos a León XIII y sus encíclicas sobre el rezo y la devoción del Santo Rosario
En Octubre, conozcamos a León XIII y sus encíclicas sobre el rezo y la devoción del Santo Rosario
Quiero durante este mes de octubre, mes dedicado por entero al rezo de la plegaria del Santo Rosario publicar las enciclicas, creo que son 12, que publicó el recordado papa León XIII que ha pasado a la historia como el Papa del Santo Rosario. Tenemos que redescubrir a esta egregia figura para así darnos cuenta de la extraordinaria importancia que tiene esta plegaria y cómo ella encierra los diferentes misterios de la Vida pública de Jesucristo.No creemos caer en ningun desliz si, aprovechando este mes de octubre,publicitamos la figura y obra de tan extraordinario defensor del Santo Rosario.Todo esto viene a cuento porque parece como si con la fiesta del domingo El Cañamelar se hubiera olvidado ya de su patrona, la Virgen del Rosario sin saber que ayer, 7 de octubre, toda la Iglesia católica celebra esta importante advocación mariana. Es más deberíamos todos de hacer examen de conciencia para ver si obramos bien como feligreses de este centenario templo si no hacemos realidad una vieja aspiración de quien firma estos reportajes: que en la parroquia Nuestra Señora del Rosario del Cañamelar se rece todos los domingos el Santo Rosario. Soy de los que opinan que pertenecer a una Archicofradía no es asistir solo a las reuniones, cenar y pagar la cuota y los sorteos de loteria, ser miembro de una Archicofradía tiene mucha más responsabilidad como por ejemplo, lo que he comentado tantas veces: formar grupos para que en la parroquia Nuestra Señora del Rosario siempre se rece el Santo Rosario pero no a través del cassete, sino de viva voz, paladeando y degustando toda la riqueza espiritual que cada padrenuestro y avemaria contiene en si mismos. Eso sí que es ser un cofrade como se tiene que ser. Y con esto no digo que pasárselo bien, está mal sino todo lo contrario, se puede pasarlo muy bien y se puede y se debe ser consecuente a lo que uno voluntariamente se ha apuntado y ha adquirido también unas obligaciones.
La Biografía de León XIII (el Papa del Santo Rosario)
(Vincenzo Gioacchino Pecci; Carpineto, 1810 - Roma, 1903) Papa romano(1878-1903). Su familia no tenía grandes medios, pues vivían en una comarcamontañosa y pobre. Entró a la edad de ocho años (1818) en el colegio jesuitade Viterbo; en 1824 se trasladó al también jesuita Colegio Romano. Se mostróextraordinariamente dotado para el estudio del latín, adquiriendo entoncesel gusto por componer poesía en esta lengua. En 1832 se doctoró en Teología.Los cinco años siguientes los empleó en el aprendizaje del derecho civil ycanónico, en la Academia de Nobles. Al finalizarlos fue ordenado sacerdote(1837).Muy pronto pasó al servicio del papa Gregorio XVI, quien le encomendó tareasdiplomáticas, primero como delegado pontificio en las ciudades italianas deBenevento, Perugia y Spoleto (1838-1843), y luego como nuncio en Bélgica(1843-1846). En este tiempo viajó por los vecinos países de Alemania,Francia e Inglaterra, visitando sus complejos industriales. En 1846 fuenombrado obispo de Perugia. En esta sede reorganizó toda la actividadpastoral e incluso restauró la catedral y el seminario. Como consecuencia desu buen quehacer fue elevedado al cardenalato en 1853.Durante unos veinticinco años apenas estuvo en Roma, al mostrarse contrarioal Secretario de Estado Antonelli. En ese tiempo se dedicó al gobierno de sudiócesis y al pensamiento. Uno de sus temas de reflexión fue launiversalidad de la Iglesia, llegando a la conclusión que los problemasexclusivamente italianos suponían un excesivo lastre para que fueseplenamente percibida esa universalidad.También se mostró firme frente a las autoridades civiles (en 1860 Perugiafue integrada en el reino de Italia), que ponían trabas a la Iglesiacatólica. No obstante, entre 1874 y 1877 publicó varios documentospastorales de tono conciliador. Una vez muerto Antonelli, el Papa Pío IX lenombró cardenal-camerlengo (1877), de modo que se trasladó a Roma. Era unamuestra de confianza, pues en caso de muerte del pontífice sería el quien seocupase de gobernar interinamente la Iglesia. Así ocurrió el año siguiente,encargándose él de la convocatoria del nuevo cónclave que elegiría alsucesor.Este cónclave duró apenas dos días, del 18 al 20 de febrero, y en él seeligió al cardenal Pecci por amplia mayoría. Tenía entonces 69 años.Delgado, enérgico pero de buen caracter y con flexibilidad, adoptó el nombrede León XIII, en honor de León XII. Era el primer Papa elegido después de lapérdida de los Estados Pontificios, en una época de importantes cambiospolíticos y sociales. A ellos tuvo que atender en su pontificado.Desde 1881 publicó cinco encíclicas que por su contenido dieron lugar añosmás tarde a otra: la Rerum Novarum (15 de mayo de 1891), centrada en lacuestión social, y origen del sobrenombre que se le dio después: "Papa delos obreros". En ella rechazaba la lucha de clases como medio de solucionarla pobreza y la opresión. Resaltaba la dignidad y libertad de la persona,cuyo trabajo debía ser correspondido por un salario justo no sujetoexclusivamente a las leyes del mercado.El Estado, aunque no debía ser intervencionista, tenía que garantizar el usoadecuado de los bienes; dado que estos tenían en parte carácter social,debía haber procedimientos redistributivos adecuados que auxiliasen a losnecesitados. El fruto de esto sería la paz social. El pensamiento de LeónXIII respecto a las asociaciones obreras era similar: protección estatalpero sin manipulación. Esta encíclica fue la base de la doctrina socialcristiana, retomada por sus sucesores en sus documentos sobre este tema.En las dos últimas décadas del siglo XIX se había intensificado elcolonialismo europeo. En la Conferencia de Berlín de 1884-1885 las potenciascolonizadoras se comprometieron a proteger, junto con los exploradores ycientíficos, a los misioneros. Tampoco existía ya el fuerte anticlericalismode tiempo atrás, y todo ello facilitó la labor misionera de la Iglesia. Sucabeza, León XIII, también la promovió: el 3 de diciembre de 1884 publicó laencíclica Sancta Dei civitas, que señalaba a los católicos que elsostenimiento material y espiritual de las misiones era responsabilidadcomún.A numerosos lugares de África, Asia y Oceanía llegaron por primera vezmisioneros cristianos. El éxito fue muy grande, pero en ocasiones, a ojosnativos, se identificó a los evangelizadores con los colonizadores, lo quetendría consecuencias posteriormente, al extenderse los movimientos deindependencia. También fueron importantes las iniciativas de León XIIIrespecto al ecumenismo, tema al que dedicó numerosos documentos, entre ellosseis encíclicas. Al inicio de su pontificado, en 1879, obtuvo la unificacióncon algunas pequeñas iglesias orientales antes separadas, como la caldea.Con los anglicanos tuvo más dificultades. Poco antes de su muerte creó laComisión Pontificia para la Reconciliación (luego Secretaría para la Unidadde los Cristianos).
'Supremi Apostolatus' De LEÓN XIII Sobre la devoción al Santo Rosario Del 1 de septiembre de 1883
El apostolado supremo que Nos está confiado y las circunstancias difícilespor las que atravesamos, Nos advierten a cada momento e imperiosamente Nosempujan a velar con tanto más cuidado por la integridad de la Iglesia cuantomayores son las calamidades que la afligen. Por esta razón, a la vez que Nos esforzamos cuanto sea posible en defenderpor todos los medios los derechos de la Iglesia y en prevenir y rechazar lospeligros que la amenazan y asedian, empleamos la mayor diligencia enimplorar la asistencia de los divinos socorros, con cuya única ayuda puedentener buen resultado Nuestros afanes y cuidados.Devoción a María. El RosarioY creemos que nada puede conducir más eficazmente a este fin, que, con lapráctica de la Religión y la piedad hacernos propicia a la excelsa Madre deDios, la Virgen María, que es la que puede alcanzarnos la paz y dispensarnosla gracia, colocada como está por su Divino Hijo en la cúspide de la gloriay del poder, para ayudar con el socorro de su protección a los hombres queen medio de fatigas y peligros se encuentran en la Ciudad Eterna. Por esto, y próximo ya el solemne aniversario que recuerda los innumerablesy grandes beneficios que ha reportado al pueblo cristiano la devoción delSanto Rosario de María, Nos queremos que en el corriente año esta devociónsea objeto de particular atención en el mundo católico, a fin de que por laintercesión de la Virgen María obtengamos de su Divino Hijo venturoso alivioy término a Nuestros males. Por lo mismo hemos pensado, Venerables Hermanos,dirigiros estas Letras, a fin de que, conocido Nuestro propósito, excitéiscon vuestra autoridad y con vuestro celo la piedad de los pueblos para quecumplan con él esmeradamente.I. María ampara a la Iglesia en los tiempos calamitososEn tiempos críticos y angustiosos siempre el principal y constante cuidadode los católico refugiarse bajo la égida de María y ampararse a su maternalbondad, lo cual demuestra que la Iglesia católica ha puesto siempre y conrazón en la Madre de Dios toda su confianza. En efecto, la Virgen, exenta dela mancha original, escogida para ser la Madre de Dios y asociada por lomismo a la obra de la salvación del género humano, goza cerca de su Hijo deun favor y poder tan grande, como nunca han podido ni podrán obtenerlo nilos hombres ni los Ángeles. Así, pues, ya que le es sobremanera dulce yagradable conceder su socorro y asistencia a cuantos la pidan, desde luegoes de esperar que acogerá cariñosa las preces de la Iglesia universal.Mas esta piedad tan grande y tan llena de confianza en la Reina de loscielos, nunca a brillado con más resplandor que cuando la violencia de loserrores, el desbordamiento de las costumbres, o los ataques de adversariospoderosos, han parecido poner en peligro la Iglesia de Dios.Los ejemplos de la historiaLa historia antigua y moderna, y los fastos más memorables de la Iglesiarecuerdan las preces públicas y privadas dirigidas a la Virgen Santísima,como los auxilios concedidos por Ella; e igualmente en muchas circunstanciasla paz y tranquilidad pública, obtenidas por su intercesión. De ahí estosexcelentes títulos de Auxiliadora, Bienhechora y Consoladora de loscristianos; Reina de los ejércitos y Dispensadora de la paz, con que se laha saludado. Entre todos los títulos es muy especialmente digno de menciónel de Santísimo Rosario, por el cual han sido consagrados perpetuamente losinsignes beneficios que le debe la cristiandad.Ninguno de vosotros ignora, Venerables Hermanos, cuántos sinsabores yamarguras causaron a la Santa Iglesia de Dios a fines del siglo XII losheréticos Albigenses, que, nacidos de la secta de los últimos Maniqueosllenaron de sus perniciosos errores el Mediodía de Francia, y todos losdemás países del mundo latino, y llevando a todas partes el terror de susarmas, extendían por doquiera su dominio con el exterminio y la muerte.Santo Domingo y el RosarioContra tan terribles enemigos, Dios suscitó en su misericordia al insignePadre y fundador de las Orden de los Dominicos. Este héroe, grande por laintegridad de su doctrina, por el ejemplo de sus virtudes y por sus trabajosapostólicos, se esforzó en pelear contra los enemigos de la IglesiaCatólica, no con la fuerza ni con las armas, sino con la más acendrada fe enla devoción del Santo Rosario, que él fue el primero en propagar, y que sushijos han llevado a los cuatro ángulos del mundo. Preveía, en efecto, porinspiración divina, que esta devoción pondría en fuga, como poderosa máquinade guerra, a los enemigos, y confundiría su audacia y su loca impiedad. Asílo justificaron los hechos. Gracias a este modo de orar, aceptado, reguladoy puesto en práctica por la Orden de Santo Domingo, principiaron aarraigarse la piedad, la fe y la concordia, y quedaron destruidos losproyectos y artificios de los herejes; muchos extraviados volvieron al rectocamino y el furor de los impíos fue refrenado por las armas católicasempuñadas para resistirle.II. María de las Victorias contra los turcosLa eficacia y el poder de esa oración se experimentaron en el siglo XVI,cuando los innumerables ejércitos de los turcos estaban en vísperas deimponer el yugo de la superstición y de la barbarie a casi toda Europa. Coneste motivo el Soberano Pontífice Pío V, después de reanimar en todos losPríncipes Cristianos el sentimiento de la común defensa, trató, en cuantoestaba a su alcance, en hacer propicio a los cristianos a la todopoderosaMadre de Dios y de atraer sobre ellos su auxilio, invocándola por medio delSantísimo Rosario. Este noble ejemplo que en aquellos días se ofreció atierra y cielo, unió todos los ánimos y persuadió a todos los corazones; desuerte que los fieles cristianos dedicados a derramar su sangre y asacrificar su vida para salvar a la Religión y a la patria, marchaban, sintener en cuenta su número, al encuentro de las fuerzas enemigas reunidas nolejos del golfo de Corinto; mientras los que no eran aptos para empuñar lasarmas, cual piadoso ejército de suplicantes, imploraban y saludaban a María,repitiendo las fórmulas del Rosario, y pedían el triunfo de loscombatientes.La Soberana Señora así rogada, oyó muy luego sus preces, pues que, empeñadoel combate naval en las Islas Equínadas, la escuadra de los cristianos,reportó, sin experimentar grandes bajas, una insigne victoria y aniquiló lasfuerzas enemigas.Por este motivo, el mismo Santo Pontífice, en agradecimiento a tan señaladobeneficio, quiso que se consagrase con una fiesta en honor de María de lasVictorias, el recuerdo de ese memorable combate, y después Gregorio XIIIsancionó dicha festividad con el nombre de Santo Rosario.Asimismo en el siglo último alcanzáronse importantes victorias sobre losturcos en Temesvar, Hungría y Corfú, las cuales se obtuvieron en díasconsagrados a la Santísima Virgen, y terminadas las preces públicas delSantísimo Rosario. Esto inclinó a Nuestro predecesor Clemente XI a decretarpara la Iglesia universal la festividad del Santísimo Rosario.III. Los Romanos Pontífices hablan del Santo RosarioAsí, pues, demostrado que esta forma de orar es agradable a la SantísimaVirgen y tan propia para la defensa de la Iglesia y del pueblo cristiano,como para atraer toda suerte de beneficios públicos y particulares, no es deadmirar que varios de Nuestros Predecesores se hayan dedicado a fomentarla yrecomendarla con especiales elogios. Urbano IV aseguró que el rosarioproporcionaba todos los días ventajas al pueblo cristiano; Sixto V dijo queese modo de orar cedía en mayor honra y gloria de Dios, y que era muyconveniente para conjurar los peligros que amenazaban al mundo; León X,declaró que se había instituido contra los heresiarcas y las perniciosasherejías, y Julio III le apellidó loor de la Iglesia. San Pío V dijo tambiéndel Rosario que, con la propagación de estas preces, los fieles empezaron aenfervorizarse en la oración y que llegaron a ser hombres distintos a lo queantes eran; que las tinieblas de la herejía se disiparon, y que la luz de lafe brilló en su esplendor. Por último, Gregorio XIII declaró que SantoDomingo, había instituido el Rosario para apaciguar la cólera de Dios eimplorar la intercesión de la bienaventurada Virgen María.IV. León XIII y el momento actualInspirado Nos en este pensamiento y en los ejemplos de Nuestrospredecesores, hemos creído oportuno establecer preces solemnes, elevándolasa la SAntísima Virgen en su Santo Rosario, para obtener de Jesucristo igualsocorro contra los peligros que Nos amenazan. Ya veis, Venerables Hermanos,las difíciles pruebas a que todos los días está expuesta la Iglesia; lapiedad cristiana, la moralidad pública, la fe misma, que es el bien supremoy el principio de todas las virtudes, todo está amenazado cada día de losmayores peligros.Además no sólo conocéis Nuestra difícil situación y Nuestras múltiplesangustias, sino que vuestra caridad os lleva a sentir con Nos cierta unión ysociedad; pues es muy doloroso y lamentable ver a tantas almas rescatadaspor Jesucristo, arrancadas a la salvación por el torbellino de un sigloextraviado y precipitadas en el abismo y en la muerte eterna. En nuestrostiempos tenemos tanta necesidad del auxilio divino como en la época en queel gran Domingo levantó el estandarte del Rosario de María, a fin de curarlos males de su época. Ese gran Santo, iluminado por la luz celestial,entrevió claramente que, para curar a su siglo, ningún medio podía ser taneficaz como el atraer a los hombres a Jesucristo, que es el camino, laverdad y la vida, impulsándolos a dirigirse a la Virgen, a quien estáconcedido el poder de destruir todas las herejías.En qué consiste el RosarioLa fórmula del Santo Rosario la compuso de tal manera Santo Domingo, que enella se recuerdan por su orden sucesivo los misterios de Nuestra salvación yen este ejercicio de meditación se incorpora la mística corona, tejida de lasalutación angélica; intercalándose la oración dominical a Dios Padre deNuestro Señor Jesucristo. Nos, que buscamos un remedio a males parecidos,tenemos derecho a creer que, valiéndonos de la misma oración que sirvió aSanto Domingo para hacer tanto bien, podremos ver desaparecer asimismo lascalamidades que afligen a nuestra época.V. Mes de Octubre y festividad consagrada al Santo RosarioPor lo cual no sólo excitamos vivamente a todos los cristianos a dedicarsepública o privadamente y en el seno de sus familias a recitar el SantoRosario y a perseverar en este santo ejercicio, sino que queremos que el mesde Octubre de este año se consagre enteramente a la Reina del Rosario.Decretamos por lo mismo y ordenamos que en todo el orbe católico se celebresolemnemente en el año corriente, con esplendor y con pompa la festividaddel Rosario, y que desde el primer día del mes de Octubre próximo hasta elsegundo día del mes de Noviembre siguiente, se recen en todas las iglesiascuriales, y si los Ordinarios lo juzgan oportuno, en todas las iglesias ycapillas dedicadas a la Santísima Virgen, al menos cinco decenas delRosario, añadiendo las Letanías Lauretanas. Deseamos asimismo que el puebloconcurra a estos ejercicios piadosos, y que se celebre en ellos el santosacrificio de la Misa, o se exponga el Santísimo Sacramento a la adoraciónde los fieles, y se de luego la bendición con el mismo. Será también deNuestro agrado, que las cofradías del Santísimo Rosario de María lo cantenprocesionalmente por las calles conforme a la antigua costumbre. Y donde porrazón de la circunstancias, esto no fuere posible, procúrese sustituir conla mayor frecuencia a los templos y con el aumento de las virtudescristianas.Las indulgencias concedidasEn gracia de los que practicaren lo que queda dispuesto, y para animar atodos, abrimos los tesoros de la Iglesia, y a cuantos asistieron en eltiempo antes designado a la recitación pública del Rosario y las Letanías, yorasen conforme a Nuestra intención, concedemos siete años y sietecuarentena de indulgencias por cada vez. Y de la misma gracia queremos quegocen los que legítimamente impedidos de hacer en público dichas preces, lashicieren privadamente. Y a aquellos que en el tiempo prefijado practicarenal menos diez veces en público o en secreto, si públicamente por justa causano pudieren, las indicadas p reces, y purificada debidamente su alma, seacercaren a la Sagrada Comunión les dejamos libres de toda expiación y detoda pena en forma de indulgencia plenaria.Concedemos también plenísima remisión de sus pecados a aquellos que, sea enel día de la fiesta del Santísimo Rosario, sea en los ocho días siguientes,purificada su alma por medio de la confesión se acercaren a la Sagrada Mesay rogaren en algún templo, según Nuestra intención, a Dios y a la SantísimaVirgen, por las necesidades de la Iglesia.VI. Exhortación final¡Obrad pues, Venerables Hermanos! Cuanto más os intereséis por honrar aMaría y por salvar a la sociedad humana, más debéis dedicaros a alentar lapiedad de los fieles hacia la Virgen Santísima, aumentando su confianza enella. Nos consideramos que entra en los designios providenciales el que enestos tiempos de prueba para la Iglesia florezca más que nunca en la inmensamayoría del pueblo cristiano el culto de la Santísima Virgen.Quiera Dios que excitadas por Nuestras exhortaciones e inflamadas porvuestros llamamientos las naciones cristianas, busquen, con ardor cada díamayor, la protección de María; que se acostumbren cada vez más al rezo delRosario, a ese culto que Nuestros antepasados tenían el hábito de practicarno sólo como remedio siempre presente a sus males, sino como noble adorno dela piedad cristiana. La celestial Patrona del género humano escuchará esaspreces y concederá fácilmente a los buenos el favor de ver acrecentarse susvirtudes, y a los descarriados el de volver al bien y entrar de nuevo en elcamino de salvación. Ella obtendrá que el Dios vengador de los crímenes,inclinándose a la clemencia y a la misericordia, restituya al orbe cristianoy a la sociedad, después de eliminar en lo sucesivo todo peligro, el tanapetecible sosiego.Bendición ApostólicaAlentado por esta esperanza Nos suplicamos a Dios por la intercesión deaquélla en quien ha puesto la plenitud de todo bien, y le rogamos con todasNuestras fuerzas, que derrame abundantemente sobre vosotros, VenerablesHermanos, sus celestiales favores. Y como prenda de Nuestra benevolencia, osdamos de todo corazón a vosotros, a vuestro Clero y a los pueblos confiadosa vuestros cuidados, la Bendición Apostólica.Dado en Roma, junto a San Pedro, el primero de septiembre de 1883, año sextode Nuestro Pontificado. León XIII
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