lunes, 25 de enero de 2010

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS:ORACION A SAN PABLO EN EL DIA DE SU CONVERSION


ORACION A SAN PABLO EN EL DIA DE SU CONVERSION

por Antonio DÍAZ TORTAJADA
Sacerdote-Periodista

Pablo:
Compañero de tareas evangelizadoras y amigo.
Nunca imaginaste
este modo original de encontrarte con Cristo.
-- “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
-- Quien eres Señor?... contestaste con extrañeza.
-- Yo soy Jesús, a quien tu persigues”.
Cristo, el Señor
verdaderamente había resucitado
y vivía en el corazón de los creyentes.
El Resucitado te llamó,
y descubriste que toda tu vida
desde el seno de tu madre,
había sido todo un mosaico
de la misericordia de Dios nuestro Padre.
Y decidiste amar de corazón.
Quisiste ser el amor en el corazón de la Iglesia peregrina.
Por eso tu respuesta al amor de Dios
se traducirá en solicitud por todas las Iglesias
e hiciste de tu vida una oblación generosa
para anunciar a Cristo a todas las gentes.
Pablo: Apóstol y amigo
enséñanos a descubrir
que toda vocación apostólica es un regalo de Dios,
un don que se recibe,
se agradece,
y se vive tal como es,
sin rebajas en el corazón
y sin fronteras en la acción.
Para aceptar este regalo,
para responder “hágase en mí según tu proyecto”
enséñanos a buscar tiempos de desierto,
momentos de contemplación,
horas de silencio
para asumir que Cristo llena toda nuestra vida
y nos lanza a una misión sin fronteras.
Tu vida, Pablo apóstol de Cristo,
como llamada por el Resucitado
para el anuncio del Evangelio
ya no te pertenece,
es de Cristo.
Cristo te amo y se entregó por ti.
Toda tu vida fue un complemento a la de Cristo:
“Estoy contigo”, escuchaste de los labios del Señor.
Hay que aventurarse
para ser anunciador del Evangelio.
Que nuestra vida, Pablo apóstol y amigo,
como tu vida,
sea una contante aventura siempre nueva,
que se estrena cada día.
En Cristo se encuentra el sentido
al vaciamiento de una vida entregada.
Que nosotros,
como nuevos apóstoles de Cristo
también encontremos en nuestra historia
el nuevo y original camino de Damasco.
“Sólo el Señor basta”, nos dices a los nuevos apóstoles.
Cristo es la única recompensa
que vale la pena.
¡Gracias por este regalo del apostolado
que nos has dado!
La vida del nuevo apóstol
es la prenda permanente del amor esponsal de Cristo
a cada persona y cada comunidad eclesial.
¡Gracias por haber respondido con generosidad a la llamada!
Que aprendamos de ti,
Pablo, apóstol de Cristo y amigo nuestro.
Amén.

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