lunes, 18 de enero de 2010

RELATOS DE JOSE ANGEL: EL OBISPO VALENCIANO ANTONIO VILAPLANA

Un millar de fieles despide en catedral de León a su obispo emérito, el valenciano D. Antonio Vilaplana.El obispo de León Julián López llama a "actualizar su legado" durante la Misa Exequial
(Desde El Cañamelar, José Ángel Crespo Flor). A veces es preciso que uno muera para que se le reconozca lo que ha hecho en vida. De D. Antonio Vilaplana, obispo emérito de León, diócesis de la que fue su pastor durante 15 años (1987 - 2002),que falleció el 14 de enero en la Residencia Sacerdotal de Betania, en la localidad de Quart de Poblet - Valencia, se sabían muchas cosas pero ha sido tras su muerte cuando se le ha hecho justicia. Con eso no quiero decir que en vida no se le haya hecho ni que Valencia no lo tratara como merecía. Todo lo contrario, Valencia, la Iglesia de Valencia, ha sido exquisita con él y D. Antonio ha podido vivir con más intensidad si cabe, desde su jubilación, su amor a San Juan de Ribera de quien era un gran y fiel, devoto. Una devoción que siempre la tuvo y la puso en práctica aún cuando era obispo de Plasencia o de León. D. Antonio siempre estaba presente en las dos grandes fiestas del Colegio del Patriarca, el 14 de enero, fiesta de San Juan de Ribera y en la octava del Corpus, un monumento a la Eucaristía, instituido precisamente por san Juan de Ribera cuando era arzobispo de Valencia.
La Misa de cuerpo presente celebrada en el Colegio de El Patriarca con 2 cardenales (mons. D. Ricard María Carles y Agustín García - Gasco), La Misa de cuerpo presente celebrada en el Colegio de El Patriarca con 2 cardenales (mons. D. Ricard María Carles y Agustín García - Gasco), dos arzobispos (Carlos Osoro y Santiago García Aracil) y , 8 obispos y más de sesenta sacerdotes y la Misa funeral celebrada en la catedral de León el sábado 15 de enero con 9 obispos y más de cien sacerdotes nos hablan de una vida plena y una vida dedicada por entero al servicio de la Iglesia y a extender el Mensaje de Jesucristo, cosas estas que D. Antonio frecuentó en su larga vida como sacerdote y como obispo.
De D. Antonio se puede decir muchas cosas pero me quedaré en dos o a lo sumo tres: su humildad, su alegría al celebrar todos los días en el Colegio del Patriarca y su profundo amor a la Eucaristía. Amor que cultivó cuando era colegial del Patriarca y sobre todo, cuando fue rector de dicho Colegio-Seminario y amor que tuvo siempre muy presente, incluso cuando fue obispo de Plasencia y obispo de León.

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