CARDENAL GARCIA-GASCO: LOS DERECHOS HUMANOS ESTAN ENRAIZADOS ANTES EN LA JUSTICIA Y EN LA SOLIDARIDAD QUE EN LAS IDEOLOGÍAS Y EL PODER
En su carta de esta semana recuerda que los Estados están “al servicio de la dignidad humana”
AVAN).- El cardenal arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, anima en su carta de esta semana a defender los derechos humanos y destaca que tienen su fundamento en la justicia y la solidaridad, antes que en las ideologías y el poder.
Según el purpurado, es “imprescindible” considerar los derechos humanos como “fruto de un sentido común de la justicia, basado principalmente en la solidaridad” porque “eso los hace válidos para todos los tiempos y todos los pueblos”. De esta manera, los derechos humanos “han de ser respetados como expresión de justicia, y no simplemente porque pueden hacerse respetar mediante la voluntad de los legisladores”.
En su carta, el purpurado considera “desaconsejable” confiar de “manera exclusiva a cada Estado la responsabilidad última” de las aspiraciones en materia de derechos humanos.
Los Estados están “al servicio de la dignidad humana de las personas", destaca el cardenal, que subraya a continuación que “los ciudadanos no somos sus siervos”.
Según el cardenal García-Gasco, el respeto de los derechos humanos “está enraizado principalmente en la justicia que no cambia”. Sin embargo, “la experiencia nos enseña que, en ocasiones, la legalidad prevalece sobre la justicia cuando se hace aparecer a los derechos humanos como resultado exclusivo de medidas legislativas o decisiones normativas tomadas por los que están en el poder”.
En este sentido, el cardenal advierte que cuando los derechos humanos “se presentan simplemente en términos de legalidad o de opciones ideológicas”, corren el riesgo de convertirse en “proposiciones frágiles, separadas de la dimensión ética y racional, que es su fundamento y su fin”.
En su carta, que titula “No hagas con otros lo que no quieres que te hagan a ti”, el cardenal admite el “importante papel” de los Estados en la articulación del bien común, pero advierte que “su absolutismo en la comprensión de los derechos humanos puede tener consecuencias que excluyen la posibilidad de un orden social respetuoso de la dignidad y los derechos de la persona”.
Igualmente, el titular de la archidiócesis de Valencia constata que “hoy el mayor enemigo de una comprensión fuerte de la dignidad humana y de sus derechos es la perspectiva utilitarista”. A este respecto, destaca que “quien analiza a los derechos humanos en clave de utilidad no tiene ningún inconveniente en reducir los derechos de los más débiles e indefensos, si con ello consigue beneficios para un gran número de mejor situados”.
Ante este “reduccionismo”, afirma el purpurado que “los derechos y los consiguientes deberes no son fruto de la capacidad de negociación de los agentes sociales”. En consecuencia, “no basta invocar nuevos derechos”, sino que “hay que reflexionar con profundidad sobre si verdaderamente protegen el bien humano de modo integral”, propone el cardenal.
Al término de su carta, el arzobispo de Valencia expresa su convicción de que “si las personas crecemos en nuestro sentido de la justicia cuando actuamos en libertad, el futuro de los derechos humanos está garantizado”.
Según el cardenal, “la mejor cultura de los derechos humanos no se impone con la fuerza, sino que muestra su esplendor con una adecuada comprensión de la dignidad incomparable de cada ser humano”.
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